martes

Tragicomedia

Pasa que un día se hace uno protagonista. Se deja a un lado el papel de reparto (del mejor amigo, muchas veces); o del extra en el peor de los casos (que sólo pasa por la calle mientras la cámara se detiene siempre sobre el mismo personaje).
Pasa, y es raro encontrarse... porque parece que los pasos que se andaron para llegar allí hicieran parte también de la película, y uno cree (uno...) que todo adquiere sentido... cada tropiezo, cada encuentro extraño y sin sentido, no era más que una señal de vuelta.
Ahora mismo estoy en la escena aburrida donde todo se sabe y sin embargo se empeña uno en ocultarlo, de si mismo y del otro.
Pienso, si nos queremos y además estamos lejos, que éste orgullo mío no tiene sentido. Que quiero que se diluya y no sentir más que la vuelta a los lindos lugares conocidos de tu cuerpo. Pero no depende sólo de mi... los deseos infructuosos son tristes y aburridos.

Todo ésto luego de "Lucía y el sexo".

2 comentarios:

Flori dijo...

¿Nos damos cuenta cuando nos volvemos protagonistas, Bibián?

¿O realmente lo notamos cuando dejamos de serlo (como todos dicen)?


Besos =)

Bibián dijo...

Eso es algo que no había pensado. Me parece que soy afortunada de notarlo antes del final de la película. Eso o que soy muy vanidosa y me creo protagonista sin serlo.
Supongo que se trata de reconocerlo, de caer en la cuenta de que esas cosas pueden pasar y pasan.
Gracias por la visita!